El Nombre y Apellidos de la Inestabilidad Cambiaria

El tipo de cambio de una economía diminuta como la nuestra es fácilmente manipulable, ¿cómo limitar esa manipulación?

Para un mercadito de mentiritas, como lo es el Mercado de Monedas Extranjeras (MONEX), la persuasión moral que implicaría revelar quienes compran y quienes venden -al final de la sesión- significaría un avance importante.

Hoy esa información solo la maneja el Banco Central.

¿Qué ocurriría si hoy todos conociéramos esa información? ¿Qué percepción tendría la gente de ese o esos Bancos si llegaran a saber -¡con nombre y apellidos!- quiénes son los que mueven el tipo de cambio? Y sobre todo por qué y para qué lo mueven.

Si un Banco muy vivillo y otro muy tontillo fueran los únicos culpables de la presente inestabilidad cambiaria ¿cómo respondería la gente ante ellos?

Todos nos vemos afectados por lo que hacen ese tipo de Bancos, pero nadie tiene el derecho a saber quiénes son ellos. ¿Harían lo mismo si saben que la gente los podría señalar? ¡Si les interesa esta plaza no!

Entonces ¿por qué el BCCR no revela esa información? ¿Por qué “esconder la identidad” de una entidad que no le interesa la estabilidad de uno de los macroprecios más importante de nuestro país?

El escrutinio de una prensa especializada mejoraría muchísimo la labor de supervisión del BCCR y de la misma SUGEF. Todos los analistas -si los hay- que puedan tener esas instituciones para monitorear ese mercado nunca podrán competitir contra una prensa acuciosa, los mismos competidores y el escrutinio público en general.

Si el Banco Central sigue con la idea de suponer que existe un mercado, debe tomar en consideración que este no es un mercado líquido y profundo, y la mejor forma de ayudar a formar precios (nivel del tipo de cambio) en ese tipo de mercados es con más información.

Suponer que existe un mercado no es opción, ¡hay mucho chistes sobre los supuestos que hacen los economistas!, y suponer que existe un mercado cambiario en Costa Rica es uno de esos -¿malos?- chistes?

Las personas preferimos siempre más información a menos, y tenemos el derecho de saber quienes nos están jodiendo con sus estrategias cambiarias.