¿Quiénes son los mismos? ¿Quiénes los otros?
La
incapacidad del Estado costarricense en cumplir apropiadamente las funciones que
justifican su existencia (Administrar la
Justicia, Promover la Salud, la Educación y la Infraestructura, Disminuir la
Pobreza y Cuidar el Medio Ambiente) es el caldo de cultivo del descontento
actual, el cual muchos partidos políticos capitalizan, ya sea a través de
vistosas protestas o de propuestas populistas donde la imagen de sus candidatos
es más importante que la realidad nacional.
El
esplendor del aprovechamiento de este descontento es la frase: “No
hay que permitir que nos gobiernen los mismos”, pero ¿realmente existen
los mismos?, si es así: ¿quiénes son?
y sobre todo ¿quiénes son los otros?
Los mismos: ¡la inercia de un modelo
fracasado!
En
los últimos 30 años nuestro país ha estado tratando de transformarse desde el modelo
de Estado
Interventor Paternalista hacia uno basado en la Reforma del Estado, la
Apertura Comercial y Financiera, el Respeto de las Libertades Individuales
y de los Derechos
de los Consumidores, sin embargo, ha topado con fuerte oposición política,
que ha impedido que estas reformas
estructurales no se terminen de implementar.
De
hecho, desde un punto de vista de los Programas
de Ajuste Estructural, nuestro país abandonó sin mucho reparo el PAE III
allá en 1994, y después de esto las reformas económicas han distado de ser relevantes.
Como resultado, nuestra economía continúa -¿perennemente?- en estado de transición
desde un modelo a otro, lo que inevitablemente genera resultados
mixtos, como crecimiento económico sin
disminución de la pobreza, por ejemplo.
La
poca organización y relativa debilidad de quienes nos beneficiaríamos con las
reformas pendientes son aprovechadas por quienes se benefician de permanecer en
una Costa Rica sin cambios, quiénes a través de su presión política obtienen la
protección del Estado. Estos, ¡precisamente!, son los mismos.
Desde
un punto de vista de los partidos políticos, tenemos una flora y fauna bastante
diversa. En este artículo
de hoy sábado 14 de diciembre de 2013, el candidato del Frente Amplio esboza
muy bien ese afán por dejar atrás las reformas a medias que se han
implementado, para volver a la Costa Rica que precisamente queremos dejar
atrás. Con este afán también tenemos al PAC, que aunque ahora quiere sacudirse
sus pulgas socialistas –como buen perro flaco de esta campaña electoral-,
todos recordamos por su marcada oposición
a la apertura comercial.
De
hecho, figuras como el Expresidente Monge, su sobrino Rolando Araya,
Ottón
Solís, y muchos otros exmilitantes liberacionistas, han defendido en su
momento su salida del PLN por el hecho de que ese partido ya no representa la
visión política que lo originó.
Y
con esto no quiero decir que el PLN no presenta este conflicto, a lo interno
hay figuras
que buscan llevar a Costa Rica por la senda correcta, pero también están las
que añoran volver
al Estado omnipresente, donde para ser empresario no importa si se produce bien
o no, sino, lo que importa es quién tiene las mejores relaciones políticas.
Lastimosamente
no hay partidos políticos sin estos problemas, a esta misma encrucijada del PLN
no escapan ni el PUSC ni el mismo Partido Movimiento Libertario, quienes han tenido diputados que apoyaron propuestas desde la protección
del frijol o el maíz blanco, protección que pagamos todos los consumidores,
hasta aquellas que quieren recetarnos
el peor de los impuestos, el impuesto inflacionario, que afecta de forma
más fuerte a los personas con menores ingresos, y que es uno de los principales
culpables de tener resultados
mercántilistas en Costa Rica.
En
síntesis: los mismos de siempre son aquellos que defienden las mismas políticas
que se implementaron entre 1950 y 1980, las que nos llevaron a la peor crisis
en nuestra historia reciente.
Los otros: el camino perdido, ¡mi
añorada Costa Rica liberal!
¡Sí señores!, nuestra
Costa Rica no siempre ha tenido el alto matiz socialista que la caracteriza
actualmente.
Hace 143 años un
valiente Bagaceño –aquí abro un espacio para los aplausos desde todo Guanacaste-
se encargó de romper algo muy similar a lo que vemos hoy. Lo hizo al calor de
sus tiempos, por la fuerza, pero diferenciándose
de ser un golpe de Estado más, gracias a él se le puso fin a los gobiernos
oligarcas, a la influencia de los empresarios cafetaleros (los únicos del
momento) en la designación de los gobernantes, sí, ese personaje de nuestra
historia fue Tomás Guardia.
“Es notable, en verdad, que sea
mayor en más de un 10% el número de maestros de
escuela, que el de soldados que
forman las guarniciones en las plazas militares”
General
Tomás Guardia
Esta ruptura significó
abrirle la puerta a la Generación
del Olimpo, lo que además de cambiar la forma en la designación de nuestros
presidentes, implicó el inicio de
la democracia costarricense; el fortalecimiento de los servicios
sociales, enfocados en Educación y Salud; la creación de Infraestructura, como en vías de comunicación,
agua, luz, e higiene; organización legal (Justicia),
como lo fueron los códigos penal, civil y procesal.
Imagínese una
Costa Rica sin que usted se pudiera casar o divorciar civilmente, ¡esto ocurriría
si no hubiera existido un Bernardo Soto!, ¿es usted homosexual y busca el reconocimiento
de su derecho al matrimonio? Con un Próspero Fernández las caminatas
por la vida atentarían contra derechos naturales,
inalterables e inalienables, y con un Bernardo Soto se tendría algo más
digno que un proyecto de sociedades de convivencia.
Rafael Yglesias
construiría nuevas cárceles, como lo hizo con la creación de casas para la corrección
de menores; Cleto Gonzáles Víquez no solo hubiera terminado circunvalación,
sino que tendría listo el anillo
periférico, tal como lo hizo con la conclusión del Ferrocarril al Pacífico o
la pavimentación de las vías de San José; Ricardo Jiménez hubiera reconstruido rápidamente
Cinchona y Liberia, tal como lo hizo con Cartago después del terremoto de 1910.
En fin, los otros
son aquellos que buscan la legalidad del Estado, delimitar los límites de la
autoridad pública, los que buscan empoderar la libertad del individuo, aceptar
que somos egoístas, pero que ese egoísmo individual conlleva el beneficio de la
sociedad, que la libre acción es la que permite que nos realicemos como
personas, que la libertad económica es la que permite el desarrollo de los
pueblos.
En
nuestras próximas elecciones difícilmente contaremos con un equipo similar a la
generación del olimpo, sin embargo, cuando se trata de elección
pública no necesariamente se tiene el candidato o equipo ideal, pero hay
que buscar aquél que se acerque más a ese ideal, y de nuestra nutrida flora y
fauna partidaria, hay partidos políticos que son la antítesis a ese ideal,
mientras que otros luchan por llegar a serlo, usted decide cuál de ellos apoyar.
Recuerde:
Nuestro modelo de desarrollo no está equivocado, estamos equivocándonos al
postular y elegir a nuestros políticos, que son los que manejan el Estado, y es
este último el que está fallando, un giro a la izquierda socialista lo único
que hará es empeorar la situación actual, no es un solución sostenible.
Entre 1870 y 1914 los políticos además de tener un muy bien cuidado bigote, tenían mucho valor, no tema del candidato o persona que le diga cosas fuertes, cosas que no quiere escuchar, témale a quién le dice lo que usted quiere oir.
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