El problema del voto: ¿Qué explica el abstencionismo?

El pasado 02 de octubre arrancó oficialmente la campaña electoral en Costa Rica. Este pintoresco inicio, venía acompañado de la publicación una semana atrás de la última encuesta electoral de UNIMER, donde se muestra que el 31.6% de los votantes son probables abstencionistas, que de estos el 55% (17.4% del total de votantes) no votará y es muy difícil convencerlos de hacerlo; el 27% (8.6% del total) probablemente no voten pero sí simpatizan con algún candidato, mientras que el 18% (5.6% de todos los votantes) probablemente no voten.
Para explicar esta apatía hay que adentrarse en el proceso -netamente individual- que implica el votar.

Primero, hay que tener presente el bajo impacto de nuestro voto. La efectividad de un único voto, de nuestro voto individual, es tan pequeña que, a pesar de la satisfacción que implica que el candidato de nuestra preferencia resulte electo, ese único voto tiene muy poco potencial de determinar el resultado de la elección, por lo que el incentivo de ir a las urnas resulta ser muy bajo.
  • Por esto ocurre que entre mayor sea la población de un país, la cantidad de personas que participan en las elecciones tiende a disminuir proporcionalmente, dado que el impacto de su voto es menor.
  • También ocurre que entre mayor sea la importancia de una elección, mayor tiende a ser la participación. Una elección presidencial, de diputados y alcaldes será más concurrida que una de solamente alcaldes, por ejemplo.
Segundo, las personas están acostumbradas a recibir por lo que pagan. Si a usted le gusta el helado y paga por ese helado, pero le dan chocolate, usted probablemente no quede satisfecho. En no pocas ocasiones los candidatos olvidan o traicionan sus promesas de campaña, y por lo general la oferta (programa y retórica) de los mismos tiende a parecerse, ya que estos buscan ganar el voto de la mayoría, que no necesariamente tiene que ser el suyo.
  • Esto explica por qué cuando no hay una clara diferencia entre las propuestas de los candidatos, o cuando existe un candidato con una ventaja marcada en la votación, la participación tiende a bajar. 
Tercero, encontrar la opción más cercana a nuestros ideales lleva tiempo. Es difícil para los votantes encontrar un candidato que apoye el conjunto de políticas con las que ellos se identifica. Sumándole a esto la difícil tarea de asegurarse de que una vez electo ese candidato este aplique las medidas prometidas, y que además, ese voto informado tiene poco impacto en el resultado general, las condiciones están dadas para que una buena parte de los votantes terminen prestándole poca atención al proceso electoral, que se preocupen poco por analizar cuáles son las mejores políticas para el país y cuál es el mejor candidato dadas esas políticas deseadas.
  • Las sociedades con mayores niveles de educación tienden a tener una mayor participación, puesto que es relativamente más sencillo para estas clasificar cuál candidato tendrá un impacto positivo en su sociedad, y cual no.
Finalmente, están los sentimientos anti proselitismo. Si el aporte de un voto basado en el interés público es tan pequeño en el resultado final, se termina asumiendo que existen votantes que ejercen el voto basados en sus intereses personales, y no en el de la sociedad, por lo que se les retira el apoyo.

Podríamos decir que el aporte de nuestro voto es escasamente notado, y que aunque votar es barato, hacerlo inteligentemente es caro, laborioso y difícil.

La pregunta que queda después examinar todos estos puntos es: ¿cuál es entonces la razón por la cual las personas votan? La mejor respuesta: ¡orgullo cívico!

Una sociedad necesita principios y valores, caso contrario nunca podrá desarrollarse plenamente. Relegar a otros la tarea de elegir a nuestros gobernantes, nunca será una opción efectiva, nadie, absolutamente nadie, puede elegir en nuestro nombre mejor de lo que lo hacemos nosotros mismos.

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