Crisis ProDemocracia, peligro de estanflación


En los últimos meses no pocos pueblos de medio oriente han entrado en una faceta de fuertes protestas en busca de abrirle el acceso al poder a los diferentes grupos representativos de esas sociedades. Además de ese común denominador, estos países se encuentran también en una zona geográfica clave para el abastecimiento de petróleo a nivel mundial, de los 15 mayores exportadores netos de petróleo, ¡11 pertenecen a esa zona geográfica!
La energía que se deriva del petróleo aún es la regente a nivel mundial en la mayoría de los procesos productivos, esto hace que el precio del petróleo juegue un papel clave en la capacidad de producir, mayores precios implican que las personas y empresas tengan que desprenderse de mayores recursos (esfuerzo real) para mantener su consumo o producción.
Esa dependencia del petróleo es difícil de disminuir tanto en el corto como en el largo plazo (mientras no se encuentre una fuente alternativa con costos similares), lo cual golpea a la economía por dos frentes, tanto por el lado de la demanda, donde los consumidores tienen que rebalancear sus canastas de consumo para dejar de consumir algunos bienes y servicios para hacerle frente a esos mayores costos de su consumo de derivados del petróleo, como por el lado de la oferta, aquí los productores se enfrentan a un aumento en sus costos de producción.
A inicios de la década de los setenta, a raíz de la crisis del petróleo de 1973, se empezó a documentar y clarificar de una forma más clara el fenómeno de estanflación, el cual se refiere a una combinación de alta inflación acompañada de una desaceleración de la producción o una recesión económica.

En esta crisis el precio del crudo se cuadruplicó de octubre a diciembre de 1973, lo cual introdujo un fuerte shock para las economías, traduciéndose esto en una fuerte contracción del empleo –por la caída de la producción- y niveles inflacionarios más altos -dada la misma contracción de la oferta y la monetización que se dio de los déficits fiscales que se presentaron.
Este fue de uno de los fenómenos que, entre otros factores, contribuyeron a una reorientación de las políticas públicas basadas en un papel protagónico del Estado hacia aquellas cimentadas en el libre mercado. En general, la enseñanza que esa estanflación dejó es que la manera para salir de las recesiones es reducir el gasto, equilibrar los presupuestos, ejecutar las reformas estructurales requeridas para eliminar trabas al crecimiento económico -sean estás reformas fiscales, laborales, financieras o cambiarias, y dejar que los precios de los bienes de capital desciendan hasta el punto que se recuperen los márgenes de beneficio requeridos por los participantes del mercado.
En este momento, donde se presenta una economía mundial con un crecimiento bimodal, con las grandes economías emergentes liderando el crecimiento mientras que las grandes economías desarrolladas experimentan crecimientos débiles, a la vez que las condiciones financieras aún se mantienen frágiles, un aumento significativo en el precio del petróleo podría ser el catalizador de una nueva recaída en la recuperación, similar a la experimentada con la crisis soberana europea.
Las proyecciones más conservadoras ante un eventual recrudecimiento de las tensiones en Medio Oriente se ubican cerca de los máximos históricos a precios reales, o sea, en el área de $150 por barril, mientras que las más agresivas ubican el precio del petróleo en el área de $220. Cualquiera de estos dos escenarios, constituiría un fuerte obstáculo para la incipiente recuperación, el podría llevar a la economía mundial a otra nueva recesión en menos de dos años.

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