Inflación y tasas de interés
En los últimos meses hemos experimentado un
descenso muy fuerte en los niveles de inflación que experimenta nuestra
economía, o sea, con relación a otros periodos nos hemos empobrecido menos si
nuestros ingresos no han cambiado, que es lo que el concepto de inflación pretende medir.
Esta fuerte desaceleración en la inflación
(desinflación) encuentra explicación en los siguientes factores:
·
La
caída en la demanda agregada global debido a la pérdida de riqueza ocurrida
alrededor del mundo a raíz de la recesión (casi depresión) que enfrenta la
economía mundial. Estas pérdidas se estiman ronden los US$50 billones (US$50,000,000,000,000.00).
·
Que
el efecto de la disminución de la demanda de colones ya ha pasado, e incluso en
estos momentos la demanda de colones ha aumentado, disminuyendo las presiones
inflacionarias de una cantidad de colones que aumenta cada vez menos (buena
política por parte del Banco Central). Hay que recordar que a la larga esa
anterior caída en la demanda de colones fue la que aumentó la inflación y el
tipo de cambio durante prácticamente todo el 2008.
Estos factores, entre algunos otros más, son los
encargados de hacer disminuir las expectativas de inflación en nuestro país,
las que en definitiva juegan un papel predominante en los niveles de inflación
futuros.
En este momento es necesario hacer una
aclaración respecto a la política monetaria del Banco Central en el último año:
Si bien es cierto que algunos criticamos una política restrictiva en momentos
de una fuerte desaceleración económica, el
Central parece habernos dado una lección de pragmatismo, en ese periodo la
autoridad monetaria en lugar de aplicar medidas que promovieran la actividad
económica (a costa de las expectativas de inflación), se centró en políticas
restrictivas, que aunque podrían haber acentuado un poco la desaceleración de
nuestra economía, han repercutido en un fuertísimo ajuste a la baja en las
expectativas de inflación, ¡¿qué más es una inflación menor al 7%?!
Y es que a la larga las medidas que pudo haber tomado el Central no hubieran
sido nada en comparación con el tsunami financiero y económico que experimentó
la economía a nivel global.
Ahora bien, con las expectativas de inflación
ancladas y con un Banco Central que ha emprendido su compromiso monetario en el
combate de la inflación (donde la emisión monetaria ha aumentado en términos
interanuales en promedio menos de 3% en los primeros seis meses del 2009,
contra un aumento interanual promedio de 21.4% en el 2008), tenemos todos los
ingredientes para que podamos alcanzar de una vez por todas niveles de
inflación bajos, lo que sin duda tendrá un enorme efecto positivo en la
generación de bienestar para todos los habitantes de nuestro país.
Habiendo llegado aquí, nos queda la tarea de
averiguar sobre lo que debería pasar con las tasas de interés. Pues bien, esta
es una tarea sumamente fácil, ¡ya alguien la hizo!, el aporte lo hizo Irving
Fisher allá por 1930 cuándo señaló que las tasas nominales de interés corresponden
a las tasas reales de interés que las personas le piden a sus inversiones más una
prima por inflación esperada. De
esta forma, si se estudian las tasas reales efectivas que experimentaba el
sistema bursátil costarricense entre el 2002 y el 2007, podemos ubicarlas entre
3% y 4%, por lo que podemos construir la siguiente matriz donde se relacionan
estas tasas reales con diferentes niveles de inflación esperada.
|
Tasa
de inflación esperada
|
||||||
Tasa
real
|
2%
|
3%
|
4%
|
5%
|
6%
|
7%
|
8%
|
3%
|
5.1%
|
6.1%
|
7.1%
|
8.2%
|
9.2%
|
10.2%
|
11.2%
|
4%
|
6.1%
|
7.1%
|
8.2%
|
9.2%
|
10.2%
|
11.3%
|
12.3%
|
Como se observa, las tasas de interés bajo
estos escenarios estarían acotadas entre 12.3%, para el escenario de tasas
reales de 4% y tasas de inflación esperada de 8%, y podrían bajar incluso hasta
5.1%, en el caso de que las expectativas de inflación bajaran hasta 2% y las
tasas reales que pidiera el mercado sean de 3%. En este punto hay que aclarar
que las tasas reales deberían incluso ajustarse hacia abajo, ya que son
básicamente una prima por inflación, por lo que deberían ser proporcionales a
la misma.
El mecanismo que hace que las tasas nominales
se ajusten hacia abajo cuando la inflación y las expectativas de inflación
bajan es muy sencillo, si las tasa nominales no bajan cuando estas han
disminuido, los rendimientos reales mayores hacen que las personas ahorren más,
ya sea por medio de bonos o depósitos bancarios, esa mayor oferta de fondos
prestables presiona el precio del dinero (la tasa de interés nominal) a la
baja. Por el lado de la demanda de fondos prestables, las personas y empresas
que piden prestado ven que es mucho más caro en términos de esfuerzo ( términos
reales) pedir prestado, por lo que disminuyen su demanda de recursos, lo cual
provoca también una disminución de las tasas de interés.
Ya para cerrar, hay que recordar que la única
forma para que las tasas de interés nominales vayan por un camino diferente al
de la inflación, es que las personas no cambien sus expectativas de inflación,
o sea, que aunque la inflación sea de 3% durante un periodo de tiempo
relativamente largo, las personas crean que esos niveles de inflación no son
sostenibles, y en consecuencia actúen tal cual, ¡pidiendo mayores rendimientos
nominales dadas sus expectativas de inflación!
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