Sobre el pleno empleo y otras tautologías


Con algo de suerte, y otro tanto de tiempo libre, en los últimos días ha presenciado algún seminario o actualización -o haya leído- sobre las perspectivas de crecimiento de Costa Rica para el presente año.
Sin duda alguna las cifras con las que cerró el 2006 la economía costarricense le puedan impresionar, y no es para menos. El crecimiento de la economía fue casi de 8%, el déficit fiscal disminuyó hasta equivaler al 1% del producto interno bruto, la inflación diminuyó marcadamente, mientras que las importaciones y exportaciones aumentaron un 17%, entre otras muchas cifras relevantes que muestran a nuestra economía con aires que no estamos tan acostumbrados a observar.
Sin embargo, cuando vienen las perspectivas el asunto cambia de panorama, ¡claro que sí!, es mucho más fácil describir lo que pasó en un periodo de tiempo dado, que afinar el lápiz y escribir lo que los más complicados modelos, o una buena mano de ases, le han revelado.
Cuando llega esa parte empiezan ya los términos teóricos, los que suenan muy técnicos, “convincentes” y sobre todo –por que si no fueran así no se usarían- los enredados.
Entre todos esos concentrémonos en el evasivo pleno empleo, y como a través de este algunos –infames- se atreven a decirnos que no seguiremos crecimiento de igual forma, que no le apuestan a la capacidad de cada uno de nosotros de innovar y mejorar los procesos productivos que cada cual realiza.
El concepto de pleno empleo se aplicó después de la gran depresión de los años treinta y se refería a aquellas economías industrializadas en las que la inmersa mayoría de la población activa se encontraba empleada.
¿Una definición demasiado imprecisa y ambigua? Pues desde hace más de setenta años no ha cambiado profundamente, tanto desde el punto de vista conceptual como estadístico. ¿Por qué? Porque forma parte de esos usos de la lógica llamadas tautologías, que permiten establecer enunciados que por naturaleza son ciertos.
De esta forma una tautología es aquella proposición cuya tabla de verdad da siempre el valor verdad, o sea, que no podemos ir en contra de esa proposición si lo que estamos buscando es la verdad en ella.
Los economistas clásicos definían el pleno empleo como el volumen de empleo hacia el que tiende la economía, por lo que estos únicamente le pedían a los gobiernos que simplemente hicieran nada, solo se les pedía neutralidad, esta definición aunque también ambigua, conllevaba la filosofía de dejar hacer y mejorar los procesos a cada uno de los agentes de la economía, aspecto completamente loable.
Los Keynesianos lo definían como el punto en el cual la expansión de la demanda no podía aumentar el empleo, y por ende la producción, lo que como consecuencia reflejaría aumentos de precios importantes que podrían conducir a la economía que los experimentase a periodos de inflaciones altas. Estos decían que la economía se “sobrecalentaba” –otra tautología- y entonces daban prioridad a que nos enfriasen.
¿Cómo alguien se va a oponer a que produzcamos más de lo que podemos? ¡nos están sobreexplotando! diría más de uno, o aún más difícil estar a favor del sobrecalentamiento, los recuerdos de alguna que otra gripe inmediatamente nos harían estar a favor de un buen enfriamiento.
La trama está que en no existe un termómetro de empleo o producción que sea fiable, lo que más se asemeja a algo científico es el cálculo de la media de las tasas de desempleo observadas a lo largo de un periodo de tiempo, el cálculo de medias móviles, ajustes de tendencias y aplicación de filtros, o los peores aún, establecer periodos en los que se piensa que el mercado de trabajo se encuentra en relativo equilibrio.
Claramente cuando nos dicen: “la economía está por encima del pleno empleo -que al subconsciente es algo como decirnos te están sobreexplotando- y es posible que se sobrecaliente –vaya resfriado-“ muchos se olviden de comentarnos que el instrumental teórico y estadístico que respalda esas afirmaciones se toma con pinzas en muchos casos.
¿Acaso él, ella o ellos conocen a plenitud como y en qué trabajamos todos los individuos que formamos parte de esta economía?, y mucho menos conocen todos los atajos y mejoras que hemos pensando a diario, en el almuerzo, café, antes de acostarnos…, con el fin de mejorar nuestra forma de realizar las tareas que emprendemos.
Cuidado con las tautologías, que a diario se nos presentan.

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