Gestión del Riesgo Cambiario
El riesgo cambiario se deriva de mantener posiciones
–activos y pasivos- en monedas diferentes a la moneda en la que se consolida su
balance, o sea, la moneda de origen. Estas posiciones pueden presentarse en
saldos -un ejemplo de estos son las deudas, o en flujos –como lo son el pago de
intereses.
Estos activos y pasivos aunados a la fluctuación del
tipo de cambio -precio relativo entre dos monedas- hace que los agentes que
tienen posiciones denominadas en otras monedas puedan experimentar pérdidas en
su riqueza total, puesto que el valor de los saldos en la moneda de origen estaría
viéndose afectado por las variaciones en el precio de las divisas.
La gestión del riesgo cambiario consiste
principalmente en compensar los efectos negativos que las fluctuaciones del
tipo de cambio puedan tener en el estado de pérdidas y ganancias de un
individuo o empresa en particular.
Las estrategias de control del riesgo cambiario giran
entorno a la reestructuración de los activos y pasivos según moneda y plazo
–calce en monedas y plazos, así como, en la adquisición de contratos de
cobertura que permitan cuantificar y disminuir la exposición cambiaria a un
costo dado.
Estos contratos de cobertura varían desde la
inmunización a través del tipo de cambio implícito en tasas de interés en
diferentes monedas hasta la compra de forwards u opciones explícitos sobre el
tipo de cambio.
En el caso de que un agente mantenga un saldo en
moneda extranjera, por ejemplo una deuda, este estaría expuesto al riesgo
cambiario por las variaciones que pudiera experimentar en su contra el tipo de
cambio. Desde la perspectiva del calce de monedas, la forma de cubrir este
riesgo cambiario sería adquiriendo un activo en esa misma moneda.
Así, si el tipo de cambio se depreciara
considerablemente el mayor valor de su deuda en moneda extranjera sería
nivelado por un mayor valor del activo que posee.
Cuando un individuo o empresa por la naturaleza propia
de sus negocios mantiene ingresos y gastos a través del tiempo en moneda
extrajera, se genera una cobertura natural, ya que el efecto de las
fluctuaciones del tipo de cambio se compensarán entre los flujos de ingresos y
los flujos de gastos.
O sea, desde la figura del calce de monedas, para el
caso de flujos se sigue manteniendo la misma idea, que es en este caso alcanzar
un flujo de caja contrario, para así lograr que los efectos contrarios
derivados de la fluctuación cambiaria se neutralicen entre sí.
En esta línea, para aquellas posiciones que se
mantienen por periodos largos de tiempo en diferentes monedas, como política de
gestión de riesgo cambiario se procede a determinar la estructura óptima para
cada una de las monedas en las que se mantienen posiciones, así como, los
plazos para las mismas. Con esto se pretende evitar el descalce de monedas en
los diferentes plazos para los activos y los pasivos de los agentes.
Cuando no es posible alcanzar este calce entre activos
y pasivos se necesita cubrir el riesgo cambiario con la compra de instrumentos
derivados, que son los más frecuentemente utilizados para este propósito.
Los derivados comúnmente usados en los mercados –y los
más simples también- son los forwards y las opciones, sin embargo, son los
primeros los que se podrían catalogar como los más desarrollados dentro de los
aplicados a la cobertura cambiaria en los mercados emergentes.
Un forward sobre el tipo de cambio es un contrato para
comprar o vender dólares a un tipo de cambio determinado –tipo de cambio
futuro- en una fecha preestablecida -fecha de vencimiento del contrato.
Estos contratos suelen ser de dos tipos, delivery los cuales implican que las
divisas se entregan, y los non delivery,
donde lo que se procede hacer es calcular la diferencia entre el tipo de cambio
de la fecha del vencimiento y el tipo de cambio futuro pactado en el contrato,
de esta forma la diferencia es cancelada a favor del ganador por parte del
perdedor.
En Costa Rica la Bolsa Nacional de Valores ha
introducido la figura de contratos en diferencia, los cuales a través del tipo
de cambio implícito entre la tasa Libor a un plazo determinado y una tasa
pactada para inversiones a corto plazo para ese mismo vencimiento, se permite
inmunizar las posiciones bajo la forma del non
delivery.
Adicional al componente de cobertura de riesgos, el
cual fue explicado anteriormente, toda política de gestión de riesgo cambiario
debe incorporar al menos la identificación y origen de la toma del riesgo, así
como, la cuantificación de estos riesgos.
Las entidades que proporcionan este tipo de servicios,
por su parte, deberán realizar análisis y estudios de monitoreo del riesgo
cambiario donde se contemple la volatilidad del tipo de cambio, escenarios de
extremos no estacionarios para este, predicción financiera y cuantificación de
pérdidas máximas.
Además
deberán contemplar estudios de los determinantes del tipo de cambio, donde se
abarquen tasas de interés de instrumentos financieros similares en ambas
monedas, la evolución de los precios de los bienes transables de las economías
respectivas a esas monedas y la entrada y salida de divisas.
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